Ficha técnica
María José Cantudo, emocionada tras portar el Cristo de la Fe en la procesión del Martes Santo: "estoy totalmente en una nube" "pues flotando, el peso no parecía peso, parecía que estaba acariciando a dios. Ha sido para mí muy importante. He estado muy enferma y necesitaba estar con él". Siente que ha sido una señal que haya podido participar en la procesión seis meses después de su grave bache de salud: "tenía que estar aquí porque hace seis meses que me entraron en una silla de ruedas y ahora estoy aquí llevando a Jesús. Para mí, es muy importante". Asegura que ella no ha pedido llevarle, sino que ha sido una ocasión que se le ha presentado casi en el último momento: "no, no. Es algo que ha querido dios que lo haga, yo no tenía previsto nada" "ha surgido, como por ejemplo, que hace precisamente seis meses. El día cuatro, en martes me operaron hace seis meses. Yo ayer me quedé así porque pensé 'cómo ha hecho dios que sea a los seis meses justo de operarme, lo he cogido en mi hombro'". Confiesa no haber avisado a su familia para que no le prohibieran participar: "bueno, yo no le digo nada a nadie. Yo lo hago y ellos estarán viendo y se estarán sorprendiendo. Yo no he dicho nada a nadie" "seguro que no me dejarían". Durante la procesión, ha pensado en su familia y en sus seres queridos: "todo el camino, además. Por mi madre, que está con alzheimer, por mi familia, por mis hermanos, por todas las personas que necesitan ayuda, por mi hijo, por todo y por todos vosotros. Que sea todo bueno y nos vengan momentos felices a todo el mundo". María José Cantudo asegura que no dejará su profesión: "yo seguiré mi carrera, siempre y cuando las cosas que me ofrezcan sean bonitas y sean para mí profesión. Porque para atrás, ni para un impulso". Se encuentra mucho más recuperada y solo tiene que tener cuidado de no coger peso para estar totalmente recuperada: "estoy bien, muy bien. Solo tengo que estar un poquito más de tiempo con la faja puesta y no agacharme mucho ni eso. Pero llevarlo lo he llevado como una jabata". Total María José Cantudo: - Enhorabuena por el esfuerzo. ¿Cómo te encuentras? - Mira, muy bien, muy bien. Espera un momento que tengo que ajustarme. - Lo has hecho fenomenal. - Gracias, gracias. - Mucha emoción ha habido, María José. Un día muy importante para ti, tenías que estar aquí hoy. - Tenía que estar aquí porque hace seis meses que me entraron en una silla de ruedas y ahora estoy aquí llevando a Jesús. Para mí, es muy importante. - Dando gracias, el poder seguir aquí, María José. - Dando gracias a Dios, sí. - ¿Qué has sentido mientras portabas este Cristo? - No se puede no se puede decir ni una palabra. Es como... para mí, es muy importante. Es como que me han salvado la vida y poder estar con él y poderlo coger, aunque tenga la mano ya ha sido muy importante. - Físicamente has demostrado, también, tener fuerza. - Me dijo el doctor De la Torre que me pusiera aquí esta faja bien apretada y bueno. Él me dio permiso para poder estar pero es más la me duele un poco el hombro pero eso se quita, eso no creo que haya sufrido mucho la espalda porque voy muy sujeta. - Se te caían las lágrimas y todo. - No me he dado cuenta. - De la emoción y todo. Mira, tienes ahí la emoción del momento. - No me he dado cuenta, la verdad que no me he dado cuenta. - ¿Era una promesa que tenías hecha anteriormente? - No, no. Es algo que ha querido Dios que lo haga, yo no tenía previsto nada. - Surgió. - Ha surgido, como por ejemplo, que hace precisamente seis meses. El día cuatro, en martes me operaron hace seis meses. Yo ayer me quedé así porque pensé 'cómo ha hecho Dios que sea a los seis meses justo de operarme, lo he cogido en mi hombro'. - La gran valentía que has tenido llevando, durante muchos metros. - Es el amor que le tengo tan grande, no me importa. - La fe, al final. - Y me duele el brazo pero yo creo que es de emoción, no sé. No sé, nada más que estoy totalmente en una nube. - María José, estamos en directo, en Madrid Directo, Telemadrid. ¿Cómo ha sido ese recorrido de unos cien metros hasta la Calle Bailén? - Pues flotando, el peso no parecía peso, parecía que estaba acariciando a Dios. Ha sido para mí muy importante. He estado muy enferma y necesitaba estar con él. - Como hermana congregante, ¿va a seguir en la procesión o ya se va a retirar? - ¿Yo retirarme? No, lo que pasa que en este momento no te puedo hablar mucho pero yo seguiré mi carrera, siempre y cuando las cosas que me ofrezcan sean bonitas y sean para mí profesión. Porque para atrás, ni para un impulso. - María José, ha aguantado muchos metros. Nos ha sorprendido muchísimo el recorrido que ha aguantado usted. - Bueno, voy muy sujeta de una faja. Estoy un poco - Lo entendemos. - Pero nada, muchas gracias. - Dando gracias a la vida. - Dando gracias a Dios y a la vida, sí. - Pidiendo por todos. - Todo el camino, además. Por mi madre, que está con Alzheimer, por mi familia, por mis hermanos, por todas las personas que necesitan ayuda, por mi hijo, por todo y por todos vosotros. Que sea todo bueno y nos vengan momentos felices a todo el mundo. - ¿Qué te dice tu hijo cuando haces estas cosas tan emotivas? - Bueno, yo no le digo nada a nadie. Yo lo hago y ellos estarán viendo y se estarán sorprendiendo. Yo no he dicho nada a nadie. - ¿No le has dicho a tu hijo que ibas a salir en la procesión? - No, no he comentado nada. - Va a ser una sorpresa para él. - Seguro que no me dejarían. - Por el físico, hablamos del físico. - Creo que ellos no me dejarían salir. - Pero por el físico, hablas. - Sí, por mi espalda. - María José, la emoción ha sido evidente durante todo el recorrido. ¿Ibas pensando en esos meses de recuperación tan dura que has tenido? - Estaba pensando que hoy era un día muy importante porque era el mismo día que me operaron, el 4 y un martes, y me quedé tan sorprendida que a los seis meses yo tuviera que llevar a Jesús en el hombro. Ha sido como una cosa tan especial, a los seis meses justo. Ha querido que yo, de la silla de ruedas, pasara a llevarlo a él. - ¿Ahora qué tienes que hacer para terminar esta recuperación? Para que se llegue al cien por cien. - Estoy bien, muy bien. Solo tengo que estar un poquito más de tiempo con la faja puesta y no agacharme mucho ni eso. Pero llevarlo lo he llevado como una jabata. - Le damos la enhorabuena, claro que sí. y esas lágrimas de emoción, que tú no te has dado cuenta, pero han caído por tu rostro. - ¿Sí? No sé, no sé ni dónde estoy. - Estás aquí con el Cristo, disfrutando. Te han aplaudido, te ha dirigido y aplausos. Yo creo que ha sido uno de los momentos donde te has emocionado, donde la gente ha aplaudido. - ¿Ah sí? - Sí, la gente te quiere María José. - Eso sí lo sé, muchas gracias. Gracias a vosotros porque luego hay muchas personas que no lo ven, el tiempo que están enfermas como yo he estado y nada. Eso es lo importante, que vean que Dios existe, que Dios está aquí, que miren lo que me ha hecho a mí y tengan mucha fe. Además, este Cristo es de la fe, Cristo de los Alabarderos de la Fe y yo tengo mucha fe siempre. - La fe, muchas veces, cura. - Mueve todo, todo. - ¿Cree que otro año podrá repetir? - Yo no lo sé porque esto ha sido una cosa que no me esperaba, no estaba previsto. Ha sido de pronto y yo no lo sabía. Hace unos días no sabía nada. - No esperábamos verte ahí. - Yo tampoco, yo ha sido una cosa que ha debido ser el de arriba. - Una invitación muy especial. - Sí. un honor muy grande que me han hecho los hermanos Alabarderos y el Cristo de la fe, se lo agradezco con todo el corazón. - A seguir teniendo esa fe, que no hay que perderla nunca. - No, y muchas gracias, de verdad. - A usted, por atendernos. Muy amable, mucha fuerza. Gracias, María José, enhorabuena. - Dame un beso. - Te doy un beso y los que tu quieras. Muy amable, gracias.
Relacionados