Mariló Montero reivindica la figura de la mujer en la tauromaquia en la Feria de Ronda

Ficha técnica


Fecha 02/09/2023
Parte 2
Duración 00:14:46
Sonido Ambiente
Edición Editado
Localización Sevilla
Firma Europa Press

Mariló Montero reivindica la figura de la mujer en la tauromaquia en la Feria de Ronda: "En la valiente hazaña de la tauromaquia, ha habido a lo largo de la historia, más de dos mil toreras, dos mil toreras. El gran desconocimiento popular de estas gestas que consiguieron estas mujeres se debe, en gran manera, al veto intencionado de las comunicaciones y el respeto hacia su arte". Recuerda cómo las mujeres de los toreros, entre otras, son poco valoradas en la profesión: "Y no solo la mujer que torea, sino cada mujer que ha aportado su impulso para que la tauromaquia sea tan grande y admirable como lo es. Mujeres toreras, madres y esposas de toreros, pero también, mujeres ganaderas, aficionadas, sastres ()". Discurso de Mariló Montero: Muchísimas gracias, Emmanuel. Charo, muchísimas gracias por tus palabras, por venir, porque además, eres tan generosa en la amistad que nos une desde hace más de treinta años, de suma lealtad. Las personas más cercanas y más sinceras que he conocido yo en Andalucía, has sido tú y por eso estás aquí, con las dificultades a las que te enfrentas hoy y que agradezco especialmente que hayas hecho ese sacrificio de dejar a tu familia un día importante para estar aquí conmigo. Si es verdad que me gusta estar sola, es cierto y he aprendido a vivir plácidamente sola. A todos los sitios a los que voy a hacer algo, voy sola: viajo sola, escribo sola, pienso sola, hago planes sola y soy inmensamente feliz. pero hoy me hace más feliz todavía saber que puedo compartir con personas, y con Arancha también, que es buena amiga, un día importante como hoy. Desde Sevilla ha venido expresamente mi familia: Julián, Loles, Esteban, está Lourdes ahí, Chituca, Pepe Curro y Pilar, que expresamente se han venido desde Sevilla para verme a mí. y me doy cuenta que hacer estas cosas, es muy agradable cuando se hacen en compañía. ¿sabes por qué lo quiero hacer sola? Porque me emociono, pero gracias Martín por invitarme a hacer el pregón. Para mí es una gran responsabilidad y espero estar a la altura aunque sea, como dije, para que sirva para algo. Yo soy alumna de Hermida y me gusta contar historias (). Más indicada en realidad, ni he dado la bienvenida a Emilio, a la alcaldesa y a toda las personas y autoridades que están aquí. Saludarlas porque yo voy a empezar mi pregón a porta gayola, con el traje de luces, me hinco de rodillas, miro al portón y se abre salen ustedes como un miura frente a mí y digo: La primera vez en mi vida que tuve a un toro, frente a frente, estaba a un palmo de mí. Mi madre me había hecho dos largas trenzas y me había vestido con un pichi de cuadros azules y blancos. Mis ojos, más negros que los del animal, se abrían pasmados e inocentes. Ahí tenía a ese toro tartésico ante mi figura menuda. Con tan sólo hacer el gesto de extender el brazo podía tocarle la testuz y sentir que su capa era de un pelaje adusto, seco y negro (). Un toro con los ojos verdes La impresión que me causó el hallazgo sólo es comparable a la satisfacción que me produjo conocer que el ilustre poeta sevillano, Fernando Villalón, tenía esa misma ilusión: crear una ganadería de toros con los ojos verdes. Y se arruinó persiguiendo su sueño. La primera vez en mi vida que tuve un toro de frente estaba así, a un palmo de mí, pero yacía en el suelo en un matadero que administraba mi padre. era una tarde de agosto durante las fiestas de estrella, cuando mi padre me llevó a la plaza de toros en el camión encargado de trasportar a las reses. Porque mientras la gente aplaude, agita sus pañuelos pidiendo la oreja y el torero da la vuelta al ruedo celebrando el triunfo, un camión se lleva los toros sacrificados al matadero para destinar su carne al consumo humano. Es verdad que es una parte menos poética pero justifica los auténticos sentidos de la tauromaquia. cuando las luces de la plaza se apagaban, a mí esos ojos verdes me iluminaron la puerta grande, una pasión que me entraron, otra vez: los toros. En la valiente hazaña de la tauromaquia, ha habido a lo largo de la historia, más de dos mil toreras, dos mil toreras. El gran desconocimiento popular de estas gestas que consiguieron estas mujeres se debe, en gran manera, al veto intencionado de las comunicaciones y el respeto hacia su arte. De las más de ocho mil seiscientas horas que existen sobre temática taurina y que se guardan en la Biblioteca Nacional, solo diez se dedican exclusivamente a las mujeres toreras. De los treinta tomos en la última edición de El Cossío, ellas aparecen y ocupan solo treinta y siete páginas, y hasta hace poco, solo once. Y entonces, José María Cossío defendía que la única modalidad femenina posible era el rejoneo porque el toreo, a pie de las mujeres, le parecía inadmisible. También Cúchares enmarcaba la lidia femenina como un espectáculo de, escuchen 'espectáculo de toreras, intolerable y repugnante. Y para el aficionado, no había nada más ridículo, andrajoso y repulsivo'. Por eso, nuestros próximos minutos pretendo ser, como lo definió mi maestro, un viento que despeja dudas y aclara la historia femenina en el mundo del toro. Debo ser útil y debo dar fe de cómo, además de lidiar al toro, batallaron contra la peor de las bestias: la censura. Esta parte del toreo que no ha recibido el reconocimiento debido es el que habrá escrito, escribe y escribirá, la mujer. Y no solo la mujer que torea, sino cada mujer que ha aportado su impulso para que la tauromaquia sea tan grande y admirable como lo es. Mujeres toreras, madres y esposas de toreros, pero también, mujeres ganaderas, aficionadas, sastres, veterinarias, críticas taurinas, fotógrafas, periodistas, poetas, declamadoras, alguacilillas, cirujanas, enfermeras, mujeres que participan con idéntica pasión a la de los hombres en la más viva manifestación de festejo. Muchos toreros han confesado que no valdría la pena vestirse de luces si no hubiera mujeres en la plaza, hasta el excepcional Rafael el Gallo lo dijo, y sin estos momentos yo me limitara a leer una lista con las mujeres que desde tiempos ancestrales han toreado, el pregón se nos iría totalmente por completo. Porque no son cinco, diez o quince, son cientos y cientos las mujeres cuya pasión rebelde han saltado a la arena y se han puesto delante del animal con formidable arrojo para expresarse, para crear arte. Y podría remontarme a la antigua Creta, siglo catorce antes de Cristo, tenemos frescos con mujeres que pugnan con el toro, pero no es necesario ir tan lejos, vamos a centrarnos en el toreo tal y como lo conocemos, que viene macerándose desde principios del siglo dieciocho (). Nada extraño ver torear a las mujeres. de hecho, era muy común. José Daza cuenta que en una dama de alta cuna mandó soltar una becerra en el jardín de su casa y dice que ejecutó y desahogó con ella su robusta afición toreándola con singular gracia y destreza (). La monja torera que dejó el convento para hacerse matadora durante años y que, después de cortarse la coleta, regresó al claustro. Se cuenta de ella que en el mes de noviembre de 1766, igual que todos los años, don Juan Romero celebra la función de toros en Ronda. Siendo una niña, Mariquilla asiste de ayudante del médico. Tras una larga tarde de toros, la monja no pudo contener su curiosidad. Prestó tanta atención en la faena que realizó don Juan Romero, que mariquilla, sin pensárselo, se despojó del hábito y decidió, esa misma tarde, dedicarse al toreo. Eso fue en Ronda, aquí, en una de las cunas de este arte, qué curioso (). Se la posiciona en primer lugar como la torera más importante del siglo dieciocho. De jovencita, lo que hacía era vender en un cuartillo esa mecha impregnada que se usaba para sanear las cubas de vino de azufre. Bueno pues se sabe que toreó en Madrid en 1766 y también en otros muchos rincones de España. Tras una faena que hizo en Zaragoza, Francisco de Goya la retrató en uno de sus aguafuertes con esta descripción: valor varonil de la célebre Pajuelera en la plaza de Zaragoza. José Daza también la vio y contó que entraba en la plaza cantando, ¿para qué? Para demostrar que no sentía miedo y así atraía la atención del toro. Decía Daza: se encuentra en el sexo femenino en España, tan varoniles y esforzados hechos. En cambio, también detractores, como el padre Sarmiento, que escribió: ese fenómeno, ha sido que tienen mezcla con pasión y la afrenta del discreto sexo garbado que toleró y dio licencia para que saliese al público semejante monstruosidad. Mira, Juan Belmonte, Curro Romero, entre otros muchos arrojados varones. En aquellos años y en los venideros, vamos a encontrar las pocas críticas que recogen la faena de una mujer torera, suelen referirse a ellas como: Espectáculos de mojigangas, que era (). Recursos del discurso de Mariló Montero para la Goyesca de Ronda 2023. Recursos de Mariló Montero abrazando a una mujer del público.

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